Mario Vargas Llosa en 10 reflexiones de Gabriel García Márquez

Con motivo de la reciente desaparición física de Mario Vargas Llosa, el Centro Gabo - parte de la Fundación del mismo nombre- publicó 10 reflexiones del escritor colombiano que desandan los encuentros, coincidencias, proyectos y abrupto final que tuvo la amistad de dos de los más trascendentales escritores latinoamericanos.

Cultura y Espectáculos17 de abril de 2025Redacción R2Redacción R2
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Con su habitual gracia y originalidad, las reflexiones pintan más que una circunstancia.

Creada en 1995 por Gabriel García Márquez, la Fundación Gabo promueve el poder de las historias para construir sociedades más informadas y libres, a través del periodismo, la educación y la cultura. Con sede en Cartagena de Indias, pero de alcance iberoamericano, la organización impulsa la excelencia narrativa, la ética y la innovación en el oficio.

A partir de una recorrida por las coincidencias que unieron sus vidas y su obra, el Centro Gabo publicó una serie de 10 reflexiones del autor de "100 años de soledad" que ilustran el pensamiento del escritor colombiano sobre Mario Vargas Llosa :

Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa fueron dos de los máximos exponentes de ese grupo de escritores que perteneció a lo que muchos denominaron como “boom latinoamericano”. Aunque García Márquez era nueve años mayor que Vargas Llosa y parecían estar distanciados por una brecha generacional, ambos autores compartieron múltiples intereses en torno al oficio literario y su papel en la búsqueda de la identidad política y cultural de América Latina. Durante la década de los sesenta del siglo anterior, el vínculo entre los dos pasó de un efervescente intercambio epistolar a una serie de encuentros personales en los que reflexionaron sobre la profesionalización de los escritores, el arte de la novela y los misterios del poder político.

En medio de estos diálogos, García Márquez le propuso a Vargas Llosa la escritura de una novela a cuatro manos sobre la guerra colombo-peruana de los años treinta. “Creo que difícilmente se puede concebir una fábula más inverosímil y desternillante que este esperpento histórico. La posibilidad de dinamitar la patriotería convencional es sencillamente estupenda. Hace muchos años tengo la idea en la cabeza, pero me negaba a ponerla en práctica mientras no encontrara un cómplice peruano”, le escribió Gabo en una carta dirigida al autor de La casa verde el 11 de abril de 1967. “Esto hay que tratarlo con la objetividad de un reportaje, con recursos y técnicas puramente periodísticos, y con una seriedad y una abundancia de datos que dejen a los mojigatos clavados en la pared. Yo haré toda la historia del lado de Colombia y tú la del lado del Perú. Prácticamente lo único que tendremos que hacer en común es el cotejo de algunos episodios para que no haya contradicciones”.

El proyecto nunca se concretó. Lo que sí llegó a su término fue la tesis con la que Vargas Llosa se doctoró en la Universidad Complutense de Madrid y que consistió en un estudio detallado de toda la obra de García Márquez hasta Cien años de soledad. La editorial Seix Barral la publicó en 1971 con el título García Márquez: Historia de un deicidio.

Esta amistad terminó abruptamente la tarde del 12 de febrero de 1976 en Ciudad de México, cuando Vargas Llosa le propinó un puñetazo a García Márquez por razones que todavía los biógrafos no han podido dilucidar (Nota de la redacción: el hecho provocó una nota en El Mundo que reflejó el momento, aunque no precisa el desencadenante).García Márquez, fotografiado por Rodrigo Moya dos días después del altercado con Vargas Llosa

En el Centro Gabo lamentamos la muerte de Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura en el 2010. Por eso, hemos seleccionado diez reflexiones de García Márquez sobre el narrador peruano. Las compartimos contigo:

1. Un escritor novedoso
Lo único nuevo que hay en la novela latinoamericana es mi muy querido amigo Mario Vargas Llosa, por quien siento una admiración sin medidas. A los 30 años, Vargas Llosa tiene publicadas dos obras maestras, y todavía tiene carga para un buen rato. Es un caso desconcertante, porque produce la impresión de que nació sabiendo escribir.
“Cien años de un pueblo”. Visión, julio de 1967. 

2. Del papel a la carroña
Vargas Llosa dice una cosa que hace pensar: él dice que la novela solamente florece en sociedades en descomposición, que los novelistas son como los buitres que se alimentan de la carroña de la sociedad.
“García Márquez al banquillo”. Seuil, 1975. 

3. La ciudad y los perros, el primer cañonazo del boom
Gracias a La ciudad y los perros, los norteamericanos y los europeos volvieron los ojos hacia América Latina y encontraron como una novedad algo que ya era viejo: un grupo de novelistas, encabezado por Julio Cortázar, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Carlos Fuentes. El menor de ellos tiene más de cuarenta años y está escribiendo hace veinte. Somos, pues, un grupo de viejos novelistas, a quienes probablemente nadie hubiera descubierto por esos mundos si la novela de esos mundos no hubiera decaído y si Mario Vargas Llosa no hubiera abierto la brecha que abrió con sus dos terremotos.
“Cien años de un pueblo”. Visión, julio de 1967. 

4. Mario para presidente
En América Latina es inevitable que una persona que tenga una cierta audiencia pública termine metida en política. Pero ninguna había llevado la cosa tan lejos como Mario Vargas Llosa; espero que no lo hayan arrastrado las circunstancias, sino que crea de verdad que puede resolver la situación del Perú. Aun existiendo tantas diferencias ideológicas como las que existen entre Mario y yo no hay sino desearle -si sale elegido- que le vaya bien en la Presidencia, por el bien del Perú.
“La fama es un oficio de 24 horas”. El Tiempo, marzo de 1989. 

5. La disciplina de un profesor
Cuando no escribo, escucho música y no leo un carajo; es decir, leo, pero sin disciplina ni cosa por el estilo. Cuando tomo un libro, le digo: “en el momento en que te caigas, te friegas”. Si me aburre, lo dejo; no le tengo respeto ni como objeto. Vargas Llosa es muy curioso en este aspecto, él es un profesor, un maestro. Cierto día íbamos platicando en el tren, en un momento dado miró su reloj, sacó un libro de su maleta y comenzó a leer, y no volvió a decir palabra. Dos o tres horas después volvió a mirar el reloj, cerró el libro, lo guardó cuidadosamente y reanudó la plática donde la habíamos dejado. Vargas Llosa es así, un hombre extraordinario, un verdadero profesor. Ahora ha escrito un ensayo muy importante, de más de quinientas páginas, sobre la vocación del escritor y la creación literaria, me ha tomado a mí como objeto de estudio porque me tenía a la mano.
“Primero soy hombre político: Gabriel García Márquez”. Excelsior, abril de 1971.

6. Hacia la independencia del escritor
Hemos reaccionado contra lo que podría llamarse el escritor mendicante. Antes, los escritores querían ser una carga para la sociedad, que la sociedad los mantuviera, que los subvencionara. Pero cualquier subvención compromete al escritor. Y eso es válido para todo tipo de sociedad. Es terriblemente peligroso, y es algo que me inquieta. En este sentido me identifico totalmente con lo dicho por Vargas Llosa en su discurso en Caracas. Nunca he recibido una subvención, una beca, nada por el estilo. Cada centavo me lo gané con mi máquina de escribir. Ahora puedo vivir de lo que escribo, no porque escriba mejor ni distinto, sino porque he trabajado veinte años. Ahora obtengo el resultado. El escritor debe mantenerse siempre independiente, debe ser siempre rebelde, en cualquier sociedad, porque la sociedad es infinitamente perfectible.
“El deber revolucionario de un escritor es escribir bien”. Enfoque Internacional, diciembre de 1967. 

7. Ideologías congénitas
Vargas Llosa cree que se nace de izquierdas o de derechas como se nace hombre o mujer. No sé si mi caso lo demuestra, pues, aunque mi papá es godo de nacimiento, el abuelo que me crio era un liberal de los grandes, de los que andaban tirando tiros con Uribe Uribe, y fue precisamente a él a quien le oí decir que el godo nace y el liberal se hace. Ese gran viejo no me contaba cuentos de Caperucita Roja: me contaba historias terribles de la guerra civil y me contaba la matanza de las bananeras que ocurrió el mismo año en que yo nací. En todo caso, hay una noción fundamental que creo haber aprendido solo en nuestra casona de Aracataca: la noción de las desigualdades sociales.
“Estoy comprometido hasta el tuétano con el periodismo político”. Alternativa, marzo-abril de 1975.

8. La casa verde, presente en Cien años de soledad
No es casual cuando encuentras que en Cien años de soledad hay un personaje que va a dar la vuelta al mundo y se encuentra con que pasa el fantasma del barco de Víctor Hughes, que es un personaje de Carpentier en El siglo de las luces. Luego, hay otro personaje, el coronel Lorenzo Gavilán, que es un personaje de La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Hay, además, otro personaje que yo meto en Cien años de soledad. No es un personaje en realidad, sino una referencia: es uno de mis personajes que se fue a París y vivió en un hotel de la Rue Dauphine, en el mismo cuarto donde había de morir Rocamadour, que es un personaje de Cortázar. Hay otra cosa que quiero decir, y es que estoy absolutamente convencido de que la monja que lleva al último Aureliano en una canastilla, es la madre Patrocinio de La casa verde.
“La novela en América Latina”. Universidad Nacional de Ingeniería, septiembre de 1967. 

9. Novelistas en el exilio
A los escritores se nos pregunta si el vivir lejos de nuestros países de origen comporta una mejor perspectiva para juzgar los problemas que allá tienen planteados. Nos hemos puesto de acuerdo para decir que sí y ahorrarnos explicaciones enojosas, pero todos sabemos que no es cierto. Lo que ocurre es que la mayoría no podemos regresar, o en todo caso preferimos alejarnos de influencias negativas, pero el país vive en nosotros y nosotros en él. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, es uno de los que no pueden regresar a su patria, al Perú. Los militares darían cualquier cosa por "fregarlo"; después de haber escrito La ciudad y los perros, se la tienen jurada.
“Monólogo con Gabriel García Márquez”. Destino, noviembre de 1968. 

10. De libros sagrados y lectores profanos
Tengo un enorme desprecio por los objetos y no hago excepción con los libros. Mis únicas propiedades son mis aparatos de música. Los libros, una vez leídos, los regalo, pues siempre estorban en la casa, son feos y mal resueltos como elementos de decoración, y cuesta mucho llevarlos de viaje. Mario Vargas Llosa, que tiene por los libros un respeto sagrado, se crispó cuando le contaron que mi mujer quería leer un libro que yo no había terminado, y resolví la situación de un modo muy práctico: cada vez que terminaba una hoja la arrancaba del libro y se la pasaba a ella.
“Entrevista con Gabriel García Márquez”. Libre, marzo-mayo de 1972.


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